POSICIONES 13
Por una cultura de pacto y cooperación política.
Si hay algo que caracteriza la evolución del clima político en la España de los últimos meses, es su inusitado dinamismo. Las encuestas se suceden mostrando el asentamiento de lo que a todas luces parece ya un tetrapartito. Cuatro partidos oscilan en su intento de ocupar las líneas de cabeza: el Partido Popular, el PSOE, Podemos y Ciudadanos. El orden que muestran en las preferencias de los votantes depende de la encuesta y del momento en el que se sondea la intención de voto, pero no cabe duda de que cualquiera de ellos acabará recibiendo un número de votos importante, que los hace fluctuar entre el 15 y el 30 por ciento. Con ello, está a punto de confirmarse la previsión de que el bipartidismo imperfecto, que hasta ahora venía caracterizando el modelo de partidos más cristalizado de la democracia del 78, tiene ante sí una prueba decisiva.
Esta conjetura se sometió a su primera prueba en las elecciones en Andalucía del pasado mes de marzo, en las que se vieron realizadas algunas de las expectativas de los nuevos partidos, aunque el retroceso de los dos grandes tradicionales no fuera tan marcado como algunos habían anticipado. El hecho de que el PSOE andaluz mantuviera el mismo número de escaños a pesar de haber perdido el 10 por ciento de los votos sirvió para maquillar su retroceso relativo. El grueso de las pérdidas recayeron sobre el PP, muy afectado por la abstención y por el trasvase de votos hacia Ciudadanos.
Otro tanto ocurrió con IU, que pasó de 12 a 5 escaños y mostró que estaban justificados los temores de esta formación ante el empuje de Podemos. Es muy posible que esas elecciones no sean extrapolables a las que están por venir, pero las grandes pautas del cambio ya están ahí. Sobre todo en lo que hace a la dificultad para obtener mayorías que permitan gobiernos monocolores o sin apoyos parlamentarios de otros grupos. No son algo inédito, desde luego, en nuestra historia política reciente en el ámbito autonómico o municipal, aunque ahora parece que se convertirán en la norma y, casi con toda seguridad, afectarán también al gobierno de la nación una vez celebradas las elecciones generales.