CUADERNOS 21
Economía y populismos.
En años recientes, el populismo, como fenómeno político, ha cobrado una inusitada importancia en numerosos países, muchos europeos, incluida España, y hasta en los Estados Unidos. No hace tanto tiempo parecía ser algo residual en occidente y su presencia se limitaba a ciertos escenarios, singularmente en América Latina.Hoy, políticos o partidos populistas han conseguido alcanzar posiciones de poder significativas también en países de economía avanzada y sociedades abiertas, y eso hace más necesario entender por qué surgieron, interpretarlos y comprender las posibles consecuencias de la nueva realidad.
El Círculo Cívico de Opinión ya se ha ocupado del tema en un primer documento (CUADERNOS nº 19, abril, 2017, Populismo: qué, por qué, para qué) centrado en los aspectos más políticos. Pero el fenómeno del populismo requiere aproximaciones desde varias ópticas y, por eso, en esta segunda entrega se aborda de un modo específico su relación con la economía.
Sobre las causas que han motivado la intensa oleada de populismos que ahora se vive en occidente no hay unanimidad. Para algunos autores son determinantes las de tipo cultural, como el peso creciente en la opinión y en las políticas públicas de quienes sostienen valores que chocan con los tradicionales (en políticas de género, ecología y medio ambiente…) o el multiculturalismo inducido por las migraciones masivas; desde esta perspectiva, el populismo no sería un fenómeno sobrevenido, sino que habría venido anunciándose hace tiempo.
Otros coinciden en que el auge del populismo se veía venir, pero sostienen que su desarrollo se debe a cuestiones económicas de largo alcance, como la globalización o el aumento de la desigualdad. Es cierto, sin embargo, que hay espacios de intersección, como la inmigración, que puede ser vista como un choque cultural y al tiempo una amenaza para los salarios o los puestos de trabajo de los nativos menos cualificados, sobre todo.En lo que sí existe un elevadísimo grado de acuerdo es en que la crisis de 2008 ha actuado como detonante, agravando tensiones acaso larvadas con anterioridad, de manera que, de un modo u otro, los problemas económicos han jugado un papel importante en el reciente crecimiento del populismo.