POSICIONES 3
Corrupción política.
La coincidencia en poco tiempo de un conjunto de escándalos de corrupción ha vuelto a poner esta lacra en el centro del debate público de nuestro país. En un contexto, además, de profunda desmoralización y desazón social provocada por las consecuencias de la crisis económica, que impacta duramente sobre las condiciones de vida de grandes sectores de la sociedad española, la corrupción política está produciendo efectos perversos sobre la legitimidad de los políticos y, por ende, de las instituciones públicas. Se extiende cada vez más la sensación de que los políticos (la llamada “clase política”) solo atienden a sus propios intereses, a cualquier precio y en connivencia con otras “élites extractivas” para proteger los respectivos privilegios. Esa percepción casi universal sobre la corrupción de la vida social y política, en el marco de la crisis económica y de la enorme bolsa de desempleo, está siendo devastadora para la democracia, provocando un claro proceso de desafección política que se proyecta hacia todo el sistema político.
El ciudadano medio, y así se refleja también en las encuestas, asiste atónito, alarmado y escandalizado a este reguero de casos de corrupción política cuya relevancia, generalidad y frecuencia no está dispuesto a admitir (aunque sin percatarse de su permisividad hacia formas menores de corrupción en el acontecer social diario). Crece el divorcio entre políticos y ciudadanos y existe una amenaza cierta de caer en el más puro nihilismo político. La conocida máxima del “no nos representan” ha dejado de ser un eslogan de grupos minoritarios de “indignados” para ser compartido por sectores cada vez más amplios de la población española.