El buen funcionamiento del sistema financiero, en términos de eficacia y en términos de transparencia, es uno de los pilares fundamentales del progreso económico y de la urdimbre de relaciones y vínculos que cohesiona a la sociedad. Y hoy más que en cualquier otra época por la relevancia de las innovaciones en este ámbito, por la amplitud de transacciones y flujos financieros, y por la multiplicación de la oferta y la demanda de productos cada vez más diversificados.
Una pieza básica, a su vez, es el sistema bancario, particularmente en economías como la española, altamente bancarizadas: la eficiencia y las buenas prácticas de las entidades bancarias constituyen, por eso, objetivos que, más allá de lo estrictamente económico y empresarial, proyectan una enorme trascendencia social.
La interacción virtuosa entre banca y sociedad es, en consecuencia, una prioridad ineludible. A ello responde esta contribución del Círculo Cívico de Opinión.
La Circular del Círculo nº19/febrero de 2017.