Agresiones múltiples en Siria

Artículo de Araceli Mangas Martín en El Mundo, 23/12/2024.

LA INESPERADA y rápida huida del dictador sirio Bashar al Asad ante los avances de uno de los grupos rebeldes (escindido del Estado Islámico –IS– liderado por Mohamed al Julani) deja al descubierto la debilidad del apoyo de Irán y de Rusia, incapaz de soportar dos frentes de guerra. También nos revela nuevas agresiones sobre Siria.

Desde el 8 de diciembre, los medios de comunicación han informado de los ataques aéreos de EEUU e Israel, y los inminentes de Turquía, sobre Siria. Se trata de ataques en zonas no controladas por los rebeldes triunfantes, quienes solo dominan la zona próxima a Damasco, Alepo y Homs (oeste del país). EEUU ha atacado de forma masiva bajo el laxo paraguas de la lucha antiterrorista– las posiciones de los grupos armados sirios del Estado Islámico y otros a los
que presuntamente apoya Irán.

En realidad, EEUU lo viene haciendo desde hace años de forma intermitente, y con ocupación parcial del territorio y base militar no autorizada por Siria. Un Estado extranjero no puede desplegar tropas en el territorio de otro Estado sin su consentimiento previo: todo lo demás es invasión,
ocupación y agresión, sea Estados Unidos o cualquier otro país.

El derecho internacional es el mismo para amigos y enemigos, y no solo es exigible al adversario. Israel ha destruido la flota naval siria en varios puertos, aprovechando la espantada rusa en su base de Latakia, con el objetivo reconocido por el ministro de Defensa israelí al que la Corte Penal Internacional acusa de crímenes de guerra y contra la humanidad de «destruir capacidades estratégicas que amenazan al Estado de Israel». Esa fue la ilegal «legítima defensa» preventiva (o por si acaso) que invocó Bush cuando invadió y ocupó Irak en 2004, y también el argumento
del agresor ruso en Ucrania.

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