POSICIONES 20 

Ante el 26J.

Tras la indignación, la resignada naturalidad: así parece que se ha asumido el fracaso en la formación de gobierno después del 20D. Quizá porque casi todos los protagonistas no apostaron en ningún momento por ponerse a la tarea en serio: con perspectiva, la sensación es que, en efecto, durante este periodo de cuatro meses casi todos los movimientos de los actores políticos iban dirigidos más a hacer campaña para lo que se ha calificado como una “segunda vuelta”, que a cumplir con lo que era su obligación.

Esto ha quedado corroborado por la fluidez con la que hemos pasado, sin apenas notarlo, de un periodo formal a otro, como si fuera parte de un continuum que nace en la campaña de las elecciones europeas de finales de mayo de 2014, pasa por las locales y autonómicas del mismo mes de 2015 y las generales del 20D, hasta la convocatoria formal del 26 de junio. ¡Dos años enteros!

El inicio de la nueva campaña ofrece, sin embargo, importantes novedades respecto de las anteriores. Se aprecia una recomposición de las fuerzas de izquierda, con la suma de IU a las confluencias de Podemos, que amenaza con desbancar al PSOE del segundo lugar obtenido el 20D. Y, sobre todo, a medida que se está entrando en la fase decisiva, se constata en el espacio público un considerable aumento de la polarización, ya sea para movilizar a una sociedad civil escéptica hacia tanto trajín político, o como estrategia para afirmar algunas de las opciones en liza, haciendo acto de presencia incluso una crispación que, a nuestro juicio, no se corresponde con el actual estado de la convivencia social en España.

Desde sus primeras declaraciones, el Círculo Cívico de Opinión ha sostenido la tesis de que la disputa y la discusión pública no es algo que incumbe exclusivamente a las fuerzas políticas institucionales, y que la mejor manera de resolver los problemas de todos es mediante la participación conjunta de política institucional y sociedad civil. De hecho, se han producido ya importantes avances a este respecto con la proliferación de foros de deliberación desde los que han surgido no pocas propuestas de regeneración democrática y de fomento de una cultura pública dispuesta a dejar atrás posiciones irreconciliables.

Entendemos que, con independencia de las posturas ideológicas propias de cada cual, nos une una común preocupación por el destino de nuestro país y que la prioridad máxima en este momento es adicionar voluntades para hacer frente a los más graves desafíos inmediatos; a saber, suturar la fractura social, buscar una salida digna y eficaz al problema catalán y proceder a una imprescindible regeneración política capaz de reconciliar a los ciudadanos con sus instituciones.

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